martes, 22 de junio de 2010

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El FSLN fue fundado en 1962 por un grupo de estudiantes universitarios encabezados por Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge. Éstos recibieron el apoyo del dirigente revolucionario cubano Fidel Castro, ofrecido en parte por el papel que había desempeñado Luis Somoza Debayle en el desembarco de bahía de Cochinos de 1961. A pesar de la influencia de la ideología marxista y leninista, el FSLN no tenía un vínculo directo con el Partido Comunista de Nicaragua. Los sandinistas se oponían a la familia Somoza y a la presión de Estados Unidos sobre Nicaragua, y reclamaban una reforma política y económica radical que condujera a la redistribución de la riqueza y el poder. Su proyecto era respaldado por estudiantes y campesinos, pero fueron derrotados por la Guardia Nacional en las primeras acciones de la guerra de guerrillas, que costaron la vida a Fonseca y Mayorga.


Los procesos electorales que se han llevado a cabo en Nicaragua desde 1990 demuestran la voluntad de acabar con la guerra, y de desarrollar un modelo viable de desarrollo económico que permita salir de la crisis. En 1990, se votó por la coalición de partidos de amplio espectro (desde la derecha a la izquierda), llamada UNO, y presidida por Violeta Chamorro. Se intentó finalizar con la guerra, y salir de la crisis, pero no se consigue desmilitarizar completamente el país. Los guerrilleros de la contra son desarmados en gran medida, pero los sandinistas continuaron teniendo altas cuotas de poder en el ejército y en la policía, y la continuidad de los problemas por la propiedad de la tierra hizo que en muchos casos continuasen los conflictos.

De este modo, surgieron los Recontras, y los Recompas, que en algunos casos llegaron a tomar ciudades, siendo complicada su desmilitarización. La asimilación de los sandinistas de la pérdida de poder, se hizo efectiva, pasando a la oposición, para intentar recuperar el poder en las elecciones de 1996. Estas elecciones las ganó el conservador Arnaldo Alemán, que representa los intereses moderados de las oligarquías nicaragüenses afincadas en Miami. El proceso electoral fue fraudulento, pero los resultados electorales mostraban que los sandinistas no habrían recuperado el poder, y que su modelo estaba agotado, pese a contar con mucha fuerza todavía en las instituciones del país.

Cabría preguntarse si la pérdida de las elecciones de 1990 por parte de los sandinistas se debió a un solo factor o a varios de los comentados a lo largo de este trabajo. Al analizar qué importancia tuvieron estos factores, de crisis interna, autoritarismo sandinista, desvinculación con las bases populares, agotamiento de la economía por la guerra, embargo económico... no dejo de preguntarme qué habría pasado si no se hubiese impedido el desarrollo normal del proceso después del triunfo sandinista en el 79. Ante el enorme abanico de posibilidades, reflexiono sobre otros procesos latinoamericanos posteriores a triunfos revolucionarios.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), así denominado en honor de César Augusto Sandino héroe de la resistencia nicaragüense contra la ocupación norteamericana (1927-1933), fue fundado en 1962. Desde un principio se manifestó contra la dictadura de la familia Somoza, contra la influencia norteamericana y a favor de establecer un régimen socialista.

Sus tácticas guerrilleras, inspiradas en las que practicó Castro en Cuba, desencadenaron brutales y sangrientas represalias por parte de la Guardia Nacional del Somoza. Pese a problemas internos entre las tres grandes tendencias del movimiento, la creciente rebelión popular llevó al FSLN a unirse bajo el liderazgo de Daniel y Humberto Ortega y a encabezar la revolución que finalmente derrocó la dictadura de Somoza en julio de 1979.

Aunque al llegar al poder el FSLN, dirigido por Directorio de nuevo miembros liderado por Daniel Ortega, confiscó las vastas posesiones de los Somoza y nacionalizó las principales industrias, no aplicó una política de economía centralizada de estilo soviético. Tampoco acabó totalmente con las libertades y permitió otros partidos políticos y celebró elecciones.

El principal problema fue la Contra, ejército guerrillero armado y subvencionado por la administración de Ronald Reagan a veces de forma fraudulenta como demostró el denominado escándalo Irán-Contra. Esta agresión militarizó aún más al régimen que fue cayendo bajo la dependencia de la URSS y la Cuba de Castro.

La perestroika, con su consiguiente desligamiento del apoyo militar al FSLN, y la presión de la Contra, llevaron finalmente a que en las elecciones de 1990 los sandinistas fueran desalojados del poder en las urnas.

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