domingo, 25 de abril de 2010

**//pLaN dE sAn LuIs//**



La madrugada del 6 de octubre de 1910, tres hombres caminaban apresurados por la Calzada de Guadalupe, avenida paralela a las vías de la estación de tren en San Luis Potosí. Uno de estos hombres, vestido en traje de mecánico, con pañuelo rojo al cuello y sombrero de paja, era Francisco I. Madero, quien secretamente abordaría un tren que lo llevaría a la libertad en San Antonio, Texas.

A principios de junio de 1910, Madero salió de la capital mexicana para emprender su última gira de propaganda. Ninguna campaña electoral en la historia mexicana había sido más extensa y activa que la de Madero, había visitado 22 estados de la República y fundado al menos cien clubes antirreeleccionistas.
Cerca de las 8:30 de la noche, Madero y Estrada subieron al automóvil que los llevaría a la estación de tren, varios hombres vestidos de civiles les marcaron el alto ordenándole a Estrada que se entregara; Madero inconforme, inició una discusión que su compañero aprovechó para ocultarse en la casa. El candidato siguió su camino a la estación, pero el tren fue detenido para buscar en su interior a Estrada. A falta de fugitivo, Madero fue detenido por “proteger a un fugitivo”.

Comenzaron entonces las protestas a la represión del gobierno de Díaz. El pueblo sin duda alguna quería un cambio, y aunque no todos deseaban a Madero para presidente, el arresto del único candidato que se había atrevido a desafiar a la dictadura, lo hacía gozar aún más de popularidad. Francisco I. Madero se convertía entonces en “el apóstol de la democracia”.
El 26 de junio se celebraron las elecciones primarias, y los detenidos fueron transferidos a la prisión de San Luis Potosí, ya que los “crímenes” ahí habían sido cometidos. Las elecciones secundarias del 8 de julio, reafirmaron el triunfo de los reeleccionistas; Madero y su partido sometieron al Congreso un detallado expediente legal sobre el fraude en las elecciones, apelando a su nulidad.

La posición de Madero en San Antonio era bastante comprometida. Durante su campaña política había denunciado con severidad “los males de la revolución” y la repulsión que le causaba el uso de la fuerza. Antes y después de su arresto había evitado por todos los medios la violencia; pero en esos momentos ya había agotado todos los recursos pacíficos para evitar la lucha armada, el siguiente paso era poner en marcha el plan revolucionario.

Proclamado públicamente como presidente de la Junta Revolucionaria encargada de dirigir la revolución, Madero publicó el plan de San Luis, fechado el 5 de octubre por ser el último día que estuvo en dicha ciudad, y para evitar así repercusiones internacionales. En la formulación del plan, colaboraron con él sus hermanos Julio, Raúl y Alonso; y los también exiliados Juan Sánchez Azcona, Roque Estrada, Rafael Cepeda, Federico González Garza, Aquiles Serdán y Enrique Bordes Mangel.

En el Plan de San Luis, Madero expone los argumentos necesarios para justificar el inevitable movimiento armado, seguido de una relación de los acontecimientos políticos provocados por Díaz. Declara que después de revisar todas las actividades de su partido, de agotar todos los recursos legales para declarar nulas las elecciones, y dispuesto a no permitir que “esta situación violenta e ilegal continúe”, se asume como presidente provisional hasta “que el pueblo eligiera su gobierno de acuerdo a la ley”, proclamando el principio de
“no reelección”.

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